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Alas de Juventud en el Instituto Comercial de Arica


Cóndor:

Columna de opinión de Aurelio Valenzuela

Alas de Juventud en el Instituto Comercial de Arica


Desde mi actual residencia en Querétaro, México, donde hace décadas dirigí al club profesional de fútbol local, mi memoria vuela como el cóndor sobre los Andes, regresando a los días dorados de mi adolescencia en Arica, Chile. Allí, en el Instituto Comercial de Arica, se forjaron los cimientos de mi vida, tanto en lo personal como en lo profesional. ​

 

El 13 de abril de 1909, el Presidente de la República de la época, don Pedro Montt Mont, firmó el Decreto Supremo que disponía la creación del Instituto Comercial de Arica. Este establecimiento educativo ha sido un pilar en la formación de profesionales en la región, ofreciendo especialidades como Contabilidad, Administración, Secretariado y Ventas. ​

 

Durante mi tiempo como estudiante, el instituto no solo se destacaba por su excelencia académica, sino también por su vibrante vida deportiva. Participé activamente en las selecciones de fútbol y baloncesto, dos deportes que han sido pilares en mi vida. Los encuentros con rivales como el Liceo A-1 Octavio Palma Pérez eran eventos esperados con entusiasmo, donde el espíritu de competencia y camaradería se entrelazaban. ​

 

Recuerdo con profundo cariño a maestros que dejaron una huella imborrable en mi formación: el director Ramón Veas Ávila, los profesores Vicente Vargas Orellana, Zubiri y Mori. Sus enseñanzas trascendieron las aulas, inculcándonos valores que han perdurado a lo largo de los años y a las hermanas Araya, también a los maestros que apodaban ¨Chico¨ Pérez y el ¨Choco¨ Álvarez. A todos ellos y donde sa que esten, les envío un afectuoso "abrazo de gol", expresión que encapsula la alegría y la unión que vivíamos en aquellos días. ​

 

Ser el menor de mis hermanos y seguir sus pasos en el Instituto Comercial fue un motivo de orgullo para mí. Aunque mi hermana optó por estudiar en el Liceo.

 

todos compartimos el mismo compromiso con la excelencia y el deseo de superación que caracteriza a los egresados de esta noble institución.

 

En los pasillos del instituto, era conocido como "Kiko", apodo que me otorgó mi hermano mayor en referencia al personaje del Chavo del 8. Este sobrenombre, lejos de ser una simple etiqueta, representaba la esencia de mi juventud: alegre, soñadora y llena de energía. ​

 

A lo largo de mi carrera como futbolista profesional y director técnico, he tenido el honor de ser reconocido por mis logros. Sin embargo, uno de los momentos más emotivos fue cuando mi querido Instituto Comercial de Arica celebró mis éxitos, recordándome que, sin importar la distancia o el tiempo, siempre seré parte de esa comunidad. ​

 

Hoy, al mirar atrás, mi corazón se llena de gratitud y nostalgia. El Instituto Comercial de Arica no solo me brindó una educación de calidad, sino que también me enseñó el valor de la amistad, la perseverancia y el amor por el deporte. A todos quienes han sido parte de esta institución, les extiendo mi más sincero reconocimiento. ​

 

Siempre recordaré esos momentos que fui reconocido por mis logros en el fútbol profesional, gran orgullo para esa institución. ​

 

Con el corazón lleno de recuerdos y el espíritu elevado como el cóndor que surca los cielos andinos, concluyo esta columna con un mensaje de gratitud y esperanza. Que las nuevas generaciones del Instituto Comercial de Arica continúen llevando en alto el legado de excelencia y pasión que nos caracteriza. ​

Un abrazo de gol para todos.

 


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