Alberto Quintano, grande dentro y fuera de la cancha
- Aurelio Valenzuela
- 31 mar
- 3 Min. de lectura

Cóndor:
Columna de opinión de Aurelio Valenzuela
Alberto Quintano, grande dentro y fuera de la cancha
Al recordar mi trayectoria en el fútbol, son pocos los jugadores que dejaron una impresión tan profunda en mí como Alberto Quintano, conocido cariñosamente como el 'Mariscal'. Su elegancia en la defensa, liderazgo innato y calidad humana lo convirtieron en un referente tanto en Chile como en México.
Quintano inició su carrera en la Universidad de Chile en 1965, formando parte del legendario 'Ballet Azul'. Durante este período, conquistó tres títulos nacionales en 1965, 1967 y 1969, consolidándose como un pilar en la defensa azul. Su desempeño lo llevó a ser reconocido como el mejor futbolista del campeonato chileno en 1967.
En 1971, Alberto emigró a México para unirse al Cruz Azul, donde su impacto fue inmediato. Junto a Javier 'Kalimán' Guzmán, formó una dupla defensiva formidable, logrando un tricampeonato entre 1972 y 1974. Su habilidad en el juego aéreo y precisión en la marca lo hicieron destacar en la liga mexicana.
Con la selección chilena, Quintano participó en el Mundial de Alemania 1974, formando una dupla defensiva inolvidable con Elías Figueroa. Juntos, fueron considerados un verdadero muro en la defensa nacional.
Mi relación con el 'Flaco' Quintano se forjó en el campo de juego, enfrentándonos en múltiples ocasiones: él como defensa y yo como delantero. Siempre admiré su juego aguerrido pero limpio, reflejo de su respeto por el deporte y sus colegas. Fuera del campo, su calidez humana y camaradería eran aún más evidentes.
Años después, mejor dicho, décadas después, nuestros caminos se cruzaron nuevamente en Tijuana. Alberto, entonces director deportivo del Cruz Azul, hizo una escala en la ciudad durante una gira de preparación. Y junto a mi amigo Alfonso Huerta en ese entonces director de una reconocida emisora de radio de Tijuana, decidimos visitar al ¨Flaco¨ en su hotel. Mientras esperábamos en el lobby del Camino Real, varios jugadores pasaron frente a nosotros. Entre ellos, José de Jesús Corona, arquero del equipo, quien se acercó con una gran sonrisa y me dio un abrazo. Unos minutos más tarde, también vimos salir al director técnico, el maestro Enrique Meza, quien pasó de largo sin voltear a su alrededor.
Poco después, apareció Alberto acompañado de parte del cuerpo técnico. Al vernos, su rostro se iluminó con la misma alegría de siempre. Nos saludamos efusivamente y nos presentó a su equipo. Conversamos unos minutos, recordando viejos tiempos, hasta que nos pidió acompañarlo a saludar a los jugadores y al entrenador.
En el trayecto noté que cojeaba ligeramente, y al preguntarle, me comentó que su lesión en la cadera era consecuencia de años entrenando arqueros. Era evidente que el fútbol seguía siendo su pasión, y que, a pesar de los años, su espíritu seguía intacto.
Ese encuentro reafirmó la estima y respeto mutuos que siempre nos tuvimos. Décadas habían pasado desde nuestra última conversación, pero no lo parecía.
Hoy, desde la distancia, me entero de que el 'Mariscal' enfrenta desafíos de salud en Santiago de Chile. Quiero enviarle un fuerte abrazo y mis mejores deseos para su pronta recuperación. Alberto, tu legado en el fútbol y en la vida de quienes tuvimos el honor de conocerte permanece intacto. Tu fortaleza y espíritu son ejemplo para todos nosotros.
Con sincero aprecio y gratitud, te deseo lo mejor, querido amigo.
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