De Pecho Frío a Cabeza Caliente
- Jaime Alfonzo
- 20 ene
- 4 Min. de lectura

FFC Fútbol Fuera de Cancha:
Columna de opinión de Jaime Alfonzo
De Pecho Frío a Cabeza Caliente
El amistoso entre el Inter de Miami y el Club América en Las Vegas dejó una estela de polémica que trasciende lo futbolístico. Lionel Messi, conocido por su carácter sereno y casi imperturbable en el campo, esta vez no pudo evitar engancharse con la afición mexicana que lo abucheó e insultó durante todo el encuentro.
La respuesta del astro argentino fue tan inesperada como polémica: tras marcar su gol, señaló su nombre en la camiseta y mostró tres dedos seguidos de un cero, aludiendo a las tres Copas del Mundo ganadas por Argentina y ninguna por México. Este gesto, lejos de calmar los ánimos, avivó una confrontación que se extendió rápidamente a las redes sociales, donde periodistas, futbolistas y aficionados de ambas naciones intercambiaron insultos y acusaciones.
Este comportamiento inusual en Messi ha generado debates sobre su estado emocional y profesional. Algunos sugieren que podría estar relacionado con especulaciones sobre un posible diagnóstico de síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista que afecta la interacción social y la comunicación. Aunque no hay confirmación oficial, ciertos rasgos de Messi, como su timidez y enfoque singular en el fútbol, han alimentado estas teorías.
Reconocimientos sin mérito y un Mundial cuestionado
Es importante señalar que este episodio no es un caso aislado, sino parte de una narrativa reciente que ha puesto en tela de juicio los méritos de Messi fuera del campo de juego. Su octavo Balón de Oro, otorgado en 2023, fue recibido con críticas de muchos sectores que consideraron injusto que superara a otros candidatos con desempeños superiores en la temporada.
Este reconocimiento se suma a las teorías que apuntan al Mundial de Qatar 2022 como un torneo diseñado para consolidar la figura de Messi como el "mejor de todos los tiempos". Desde penales discutibles hasta decisiones arbitrales que favorecieron a Argentina en momentos clave, el torneo dejó un sabor amargo entre quienes consideran que el fútbol debería ser justo y equitativo.
En el Mundial de Qatar también vimos una faceta menos decorosa de Messi, como cuando insultó al jugador neerlandés Wout Weghorst en pleno postpartido con su ya célebre frase: "¿Qué mirás, bobo?". Esta actitud, lejos de ser ejemplar, mostró a un Messi que, pese a su grandeza futbolística, es incapaz de gestionar la presión sin recurrir a provocaciones.
¿Un ídolo peligroso?
La influencia de Messi en el fútbol trasciende lo deportivo. Millones de niños en todo el mundo lo ven como un modelo a seguir, un sueño a emular. Sin embargo, este episodio con la afición mexicana pone en evidencia que Messi no es el líder que muchos quisieran ver.
Su incapacidad para expresarse en público, su limitada interacción fuera del terreno de juego y su aparente falta de empatía lo presentan más como un producto de marketing global que como un verdadero referente humano. Estas debilidades, unidas a los rumores de que podría padecer síndrome de Asperger, alimentan la percepción de que su grandeza se limita exclusivamente a su talento en el campo.
Su provocación a la afición del Club América no solo desató una ola de reacciones, sino que también abrió una herida cultural entre México y Argentina.
En redes sociales, figuras públicas de ambos países, incluidos futbolistas y periodistas, han protagonizado intensos debates, convirtiendo lo que comenzó como un gesto anti-deportivo en un conflicto nacionalista. Por ejemplo, las respuestas de los argentinos han sido tan polarizadoras como las críticas mexicanas, creando un ambiente de hostilidad que poco beneficia al deporte.
Sin embargo, más allá de diagnósticos no confirmados, es evidente que Messi enfrenta desafíos en su liderazgo y manejo de la presión. A sus 37 años, Messi sigue siendo una figura sobresaliente en el fútbol, pero su juego ha mostrado signos de declive. Su rendimiento en la MLS, si bien destacado, no se compara con sus años dorados en Europa.
Más preocupante aún es su incapacidad para mantener la compostura en situaciones de adversidad. Este tipo de reacciones no solo manchan su legado, sino que también envían un mensaje equivocado a quienes lo ven como un ejemplo.
¿Qué nos deja Messi?
Lionel Messi es, sin duda, uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, pero su grandeza en el campo no puede justificar comportamientos que afectan su legado fuera de él. Su reacción ante la afición mexicana, sumada a los cuestionamientos sobre los méritos de algunos de sus reconocimientos y su rol en el Mundial de Qatar, plantea una pregunta incómoda: ¿es Messi realmente el líder que el fútbol necesita o solo un producto inflado por el mercado?
Es momento de que Messi y su entorno reflexionen sobre el impacto de sus acciones, porque más allá de los trofeos y los reconocimientos, el verdadero legado de un ídolo se mide por la inspiración que deja en las generaciones futuras, y ahí, Lionel Messi parece estar quedando en deuda.
¨Esta vez lo que paso en Las Vegas, no se quedó en Las Vegas¨.
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