El Espíritu de Puskás: Historia, Superación y el Premio que Lleva su Nombre
- Aurelio Valenzuela
- 2 nov 2024
- 4 Min. de lectura

Cóndor:
Columna de opinión de Aurelio Valenzuela
El Espíritu de Puskás: Historia, Superación y el Premio que Lleva su Nombre
La historia del fútbol está tejida con nombres legendarios, pero pocos resuenan con tanta fuerza como el de Ferenc Puskás, el inolvidable delantero húngaro que dejó una huella imborrable tanto en Europa como en el mundo.
Conocí a Puskás en 1986, en un evento del Colegio Nacional de Entrenadores en el estadio El Sausalito, en Viña del Mar, Chile. Aquella experiencia fue una de las más enriquecedoras de mi carrera, rodeado de entrenadores de renombre, pero lo que realmente marcó mi recuerdo fue la cercanía y humanidad de Puskás, quien, a pesar de su estatus de leyenda, se mostró como un hombre sencillo y generoso.
La Historia de un Gigante del Fútbol
Nacido en Budapest en 1927, Puskás creció en un entorno donde el fútbol era más que un deporte: era un escape y una pasión. Su carrera despegó con el club Honvéd FC, con el que demostró desde joven una capacidad extraordinaria para anotar goles. La década de 1950 fue suya; lideró la selección húngara, conocida como el "Equipo de Oro", a momentos icónicos como la goleada de 6-3 sobre Inglaterra en 1953 en Wembley, un partido que sacudió al mundo del fútbol y cambió para siempre la percepción del juego.
Sin embargo, la vida de Puskás no solo estuvo marcada por éxitos deportivos. En 1956, la Revolución Húngara contra el régimen soviético lo llevó a un exilio forzado, lo que significó un punto de inflexión en su carrera. Luego de abandonar Hungría, recaló en España, fichando por el Real Madrid a los 31 años, una edad que en aquel entonces se consideraba cercana al retiro. Pero, contra todo pronóstico, Puskás redefinió la historia del club. En la Casa Blanca, formó una de las delanteras más letales junto a Alfredo Di Stéfano, y juntos ganaron múltiples títulos de La Liga y la Copa de Europa.
Más Allá del Jugador: El Legado Personal
Fuera de la cancha, Puskás era un hombre afable, con un carisma que hacía que todos a su alrededor se sintieran a gusto. En nuestra convivencia en Viña del Mar, observé de cerca su amor por compartir sus conocimientos y experiencias con los más jóvenes y otros entrenadores. Sus anécdotas eran siempre enseñanzas, y su sonrisa constante dejaba claro que el fútbol era, para él, un lenguaje universal.
Aunque su vida estuvo marcada por el éxito, también supo de sacrificios y momentos oscuros, como el exilio y la adaptación a un nuevo país e idioma. A pesar de estos retos, nunca perdió su espíritu luchador y su amor por el juego.
Puskás también fue un ejemplo de cómo afrontar la adversidad. Al llegar a España con sobrepeso tras un periodo de inactividad, fue objeto de críticas y dudas. Sin embargo, en lugar de rendirse, trabajó incansablemente para recuperar su forma y demostrar que su talento estaba intacto. No solo se reintegró al fútbol de élite, sino que se convirtió en el máximo goleador de la Liga Española en múltiples temporadas, ganándose el respeto y la admiración de los aficionados y de sus compañeros.
El Premio Puskás: Un Tributo al Gol y al Arte
El nombre de Puskás no solo vive en los libros de historia, sino que sigue resonando cada año gracias al Premio Puskás, otorgado por la FIFA al mejor gol de la temporada. Pero, ¿por qué Puskás? Porque su legado no es solo el de un jugador prolífico, sino el de un artista del gol, un futbolista capaz de transformar cualquier partido en un espectáculo memorable. Sus disparos precisos y su instinto infalible frente al arco son recordados y celebrados como una forma de arte.
El Premio Puskás es un recordatorio de que el fútbol no es solo una cuestión de victorias y derrotas, sino de momentos que trascienden lo deportivo y se convierten en poesía en movimiento. Puskás es sinónimo de un fútbol lleno de pasión, técnica y belleza. Cuando la FIFA decidió dar su nombre a este galardón en 2009, estaba celebrando la creatividad y la magia que él personificó en cada uno de sus goles.
Una Reflexión Personal
La figura de Ferenc Puskás ha dejado un impacto que va más allá de los récords. Es un ejemplo de resiliencia, talento y amor por el fútbol, que me inspira y me hace recordar aquella lección en el estadio El Sausalito, donde él, sin grandes palabras, pero con su humildad y sabiduría, nos enseñó que en el fútbol y en la vida, la verdadera grandeza no se mide solo en goles o títulos, sino en la capacidad de superar la adversidad y compartir esa pasión con otros.
Hoy, en un mundo donde el fútbol se mueve a ritmos frenéticos, el legado de Puskás nos recuerda la importancia de apreciar cada instante, de encontrar belleza en el juego y de entender que, como él, podemos redefinir nuestro destino, incluso cuando las circunstancias parecen difíciles.
El Premio Puskás no solo celebra al autor del gol más espectacular del año, sino que rinde homenaje a un hombre cuya vida fue una continua demostración de superación, arte y amor por el fútbol. Además, este reconocimiento tiene un impacto profundo en la vida de los jugadores nominados. Ser parte de esta selecta lista les ofrece un momento de gloria que puede cambiar sus carreras para siempre. Un ejemplo de ello es el caso de la futbolista bajacaliforniana Olivia Jiménez, quien en 2012 fue nominada por un magnífico gol que anotó con la selección mexicana. A pesar de los años, su nombre sigue siendo recordado por esa nominación, un reflejo del legado perdurable de Puskás y de cómo un instante de genialidad puede elevar a los jugadores y darles un lugar especial en la historia del fútbol.
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