Marcopolo Guerrero, ejemplo de desarrollo en el triángulo del éxito del fútbol formativo
- Aurelio Valenzuela
- 16 dic 2024
- 3 Min. de lectura

Cóndor:
Columna de opinión de Aurelio Valenzuela
Marcopolo Guerrero, ejemplo de desarrollo en el triángulo del éxito del fútbol formativo
Desde mis primeros pasos como jugador en las polvorientas canchas de mi Chile natal, hasta mi carrera como entrenador y comentarista de fútbol, he aprendido que el verdadero desarrollo de un futbolista no solo depende del talento individual, sino de un triángulo virtuoso que involucra tres pilares fundamentales: el jugador, la familia y los entrenadores. Este triángulo, que llamo "El Triángulo del Éxito en el Fútbol Formativo," es el cimiento sobre el cual se construye cualquier carrera exitosa en este hermoso deporte.
Quiero compartir un caso que ilustra perfectamente este concepto: el de Marcopolo Guerrero, un joven que tuve el honor de formar en mis años de trabajo en Tijuana. Desde que su padre, Leopoldo Guerrero, lo llevó a sus primeras prácticas, era evidente que este chico tenía algo especial. Aunque tímido y físicamente delgado, mostraba una disciplina y pasión por el fútbol y con el tiempo se definiría por la portería cosa que pocas veces se ve en jugadores tan jóvenes.
Ser portero no es para cualquiera. Es la posición más exigente en el fútbol, tanto física como mentalmente. Un error puede costar un partido entero, y Marcopolo entendió esto desde temprano. Conforme pasó el tiempo, su físico mejoró, pero lo que realmente lo distinguió fue su capacidad para leer el juego y su conocimiento táctico. No era solo un portero; era un analista en potencia. Veía partidos internacionales, estudiaba a los mejores porteros del mundo, y se convertía en un alumno ávido del deporte.
El talento de Marcopolo lo llevó a probar suerte en el Cruz Azul, una experiencia que, si bien no culminó en su debut en el primer equipo, le ofreció una perspectiva invaluable. Más que un revés, esto fue una lección. Decidió enfocarse en su otra pasión: transmitir sus conocimientos como entrenador de porteros.
Hoy en día, Marcopolo trabaja en el Club Tijuana, entrenando a porteros de diversas divisiones. Bajo su supervisión, los arqueros del club, como Antonio Rodríguez, Gil Alcalá, Jonathan Orozco y el experimentado José de Jesús Corona. Estoy convencido de que su contribución será crucial en el desarrollo de la próxima generación de porteros para el fútbol mexicano.
Es importante destacar que este éxito no es solo mérito suyo. El apoyo constante de su familia, especialmente de su padre, así como el trabajo conjunto con diversos entrenadores, ha sido clave. Cada uno ha aportado una pieza en este triángulo formativo, asegurando que Marcopolo tuviera las herramientas necesarias para crecer, no solo como futbolista, sino como ser humano.
A mis más de 70 años, miro hacia atrás con orgullo y satisfacción, viendo cómo casos como el de Marcopolo Guerrero demuestran que el fútbol no es solo un deporte, sino una herramienta transformadora. Este joven es un claro ejemplo de cómo el Triángulo del Éxito en el Fútbol Formativo puede convertir a un niño soñador en un profesional con impacto en el fútbol.
Estoy seguro de que su camino está apenas comenzando y que muy pronto lo veremos en los primeros planos del fútbol, dejando en alto el nombre de su familia, sus entrenadores, y del fútbol formativo que tanto nos apasiona.
El Triángulo del Éxito no solo forma jugadores; forma personas preparadas para la vida y el deporte.
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